24 de octubre de 2021
Lecturas: Jeremías 31: 7–9. Hebreos 7: 23–28. Marcos 10: 46–52
El Señor Jesucristo abre nuestros ojos a Dios y nos trae a su presencia
Como hizo con el ciego Bartimeo, así el Señor, Jesucristo, tenga misericordia de ti. Con Su Palabra del Evangelio, "os está llamando" a Sí mismo, a "animarnos", a levantarse y vivir por fe en Su perdón. Él abre su corazón y su mente para ver y conocer a Dios correctamente en Él y para seguirlo “en el camino” de la cruz y hacia la vida eterna (Marcos 10: 49–52).
“Él puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios”, porque es el gran Sumo Sacerdote, que se ofreció a sí mismo “una vez para siempre” como sacrificio por los pecados. Puesto que ha resucitado de entre los muertos y “exaltado sobre los cielos”, “posee su sacerdocio permanentemente, porque continúa para siempre” y “vive siempre para interceder” por su pueblo (Heb. 7: 24–27).
Junto con eso, Él reúne a los hijos de Dios consigo mediante la proclamación de Su Evangelio, incluso "desde los lugares más lejanos de la tierra". En misericordia, los llama, junto a las aguas del Santo Bautismo, “por camino recto en el que no tropezarán”, para vida eterna (Jer. 31: 8–9).
https://www.lcms.org/worship/lectionary-summaries