17º DOMINGO DESPUÉS DEL PENTECOSTÉS
27 de septiembre de 2020
La cruz de Cristo nos abre el
camino del arrepentimiento para vivir con Dios
Este camino de arrepentimiento nos ha sido abierto por la cruz de Cristo. En la justicia de la fe y el amor, “se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta el punto de la muerte” (Fil. 2: 8), y fue vindicado en Su resurrección de entre los muertos. De hecho, “Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil. 2: 9). Él nos ha dado este nombre en nuestro bautismo en Cristo, en quien ahora “resplandecemos como lumbreras en el mundo” (Fil. 2:15). Utiliza la autoridad que ha recibido de Su Padre (Mat. 21: 23-27) para predicar un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados, por el cual incluso “los publicanos y las rameras entran en el reino de Dios” (Mateo 21: 31-32).