viernes, 18 de diciembre de 2020

REFLEXIÓN CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

 “El Señor construye una casa para David: Jesucristo, que viene en carne”

 (20 de diciembre de 2020)

Lecturas: 2 Samuel 7: 1–11, 16. Romanos 16: 25–27. Lucas 1: 26–38

Cuando el rey David “vivía en su casa y el SEÑOR le había dado descanso de todos los enemigos que lo rodeaban”, supuso piadosamente que construiría una casa para Dios (2 Sam. 7: 1–2). Pero el Señor lo cambiaría: establecería una casa para David y un trono eterno.


 Esto lo ha hecho no solo por David, sino también por todo su pueblo, en el Hijo de David, Jesucristo, "concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María" (Credo de los Apóstoles). Ese niño santo, el “Hijo del Altísimo” encarnado, recibe “el trono de su padre David” y comienza a reinar “sobre la casa de Jacob para siempre” (Lucas 1: 32–33).

 Habiéndose entregado a sí mismo como sacrificio por los pecados del mundo, su cuerpo es el verdadero y eterno templo de Dios en el que su pueblo tiene su propio lugar de paz y descanso. Ese es "el misterio que se mantuvo en secreto durante largos siglos", pero que ahora es "dado a conocer a todas las naciones, según el mandato del Dios eterno" para que tengamos fe y vida en Cristo (Romanos 16: 25– 26).

https://www.lcms.org/worship/lectionary-summaries


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