sábado, 31 de agosto de 2024

DECIMO QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

1 de septiembre de 2024.
Lecturas: Deuteronomio 4:1–2, 6–9. Efesios 6:10–20. Marcos 7:14–23

Somos limpiados y sustentados por la Palabra de Dios

    La maldad y el mal vienen “de dentro, del corazón”, y eso es lo que contamina a una persona (Marcos 7:21–23). Por lo tanto, no podemos salvarnos a nosotros mismos, porque somos pecadores e impuros de adentro hacia afuera. Pero así como el Señor Jesús “declaró limpias todas las comidas” (Marcos 7:19), también Él nos limpia por Su Palabra, la predicación del arrepentimiento y el perdón de los pecados. 

    Por lo tanto, “escuchen los estatutos y las reglas” del Señor, “y cúmplanlos, para que vivan” (Deut. 4:1). Porque Su Palabra es justa, y vivir de acuerdo a ella es “su sabiduría y su entendimiento ante los pueblos” (Deut. 4:6). Aférrense a Su Palabra, y también enséñenla “a sus hijos y a los hijos de sus hijos” (Deut. 4:9). 

    Pónganse esta “armadura de Dios” al escuchar y prestar atención a lo que Él les dice, para que puedan “permanecer firmes” en el día malo (Ef. 6:11–13). Ceñidos con la justicia de Cristo, por fe en el “evangelio de paz,” y tomen “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,” confesando a Cristo Jesús y “orando en todo tiempo en el Espíritu” (Ef. 6:14–18).


https://www.lcms.org/worship/lectionary-summaries

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