1 de enero de 2025
Lecturas: Números 6:22–27. Gálatas 3:23–29. Lucas 2:21
Jesús nos bendice con su nombre y nos salva con su sangre.
Nuestro Dios recién nacido guarda la Ley por nosotros y cumple las promesas de Abraham cuando es circuncidado. Es allí donde le “le es dado” el nombre sobre todo nombre (Fil. 2, 9), “el nombre que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno materno”: Jesús, que significa “el Señor salva” (Lucas). 2:21).
Él derrama las primeras gotas de su preciosa sangre de acuerdo con este nombre y en anticipación de su cruz, “porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). El cautiverio de la ley da paso a la libertad de la fe en Cristo Jesús, quien establece un nuevo pacto en su sangre para ser recibido por la fe, sea hombre o mujer, judío o griego (Gálatas 3:23-28).
Su nombre nos es dado en el Santo Bautismo, y somos hechos hijos de Dios y “herederos según la promesa”, verdadera descendencia de Abraham por la fe (Gálatas 3:29). Ocho días después de la celebración del nacimiento de nuestro Señor, se inicia un nuevo “Año de Nuestro Señor” en el santo nombre de Jesús y con Su bendición. Jesús es el Señor, y en este nombre somos benditos (Números 6:22-27).

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