12 de enero de 2025
Lecturas: Isaías 43:1–7, Salmo 29, Romanos 6:1–11, Lucas 3:15–22.
El Dios trino abre el cielo en el Santo Bautismo.
El Bautismo de nuestro Señor es una “Epifanía” del único Dios verdadero en la carne y sangre de Jesucristo. En la misericordia divina, Él toma Su lugar con los pecadores y toma sobre Sí su pecado. “Cuando todo el pueblo se bautizaba”, Jesús se sometió a un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados (Lucas 3:21).
Él no tenía pecados propios, pero tomó sobre sí los pecados del mundo y así fue bautizado en su propia muerte. Por lo tanto, “cuando pases por las aguas”, Él estará contigo (Is. 43:2). Él te creó para Su gloria, y te ha redimido con Su sangre, para que seas Suyo y vivas con Él en Su reino (Is. 43:1, 7).
Así como eres bautizado con un bautismo como el Suyo, también eres unido a Él en Su muerte y resurrección para que “andes en novedad de vida” (Rom. 6:4). Porque todos los que son bautizados en Cristo Jesús reciben su unción del Espíritu Santo y son llamados por Su Padre como hijos e hijas amados y agradables.

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