9 de marzo de 2025.
Lecturas: Deuteronomio 26:1–11. Romanos 10:8b–13. Lucas 4:1–13
Jesucristo es nuestro campeón contra el diablo.
Jesucristo, nuestro campeón contra el diablo, soporta y vence “toda tentación” (Lc 4:13) en nuestro nombre. Adora al Señor, su Dios, y lo sirve solo confiando en la Palabra de su Padre: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lc 3:22).
La victoria de Jesús ahora es nuestra a través de su Palabra llena de gracia, que no está lejos sino cerca de nosotros: en nuestra boca y en nuestro corazón, en la proclamación del arrepentimiento y la fe. Porque “con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Rom 10:10). Nuestra confesión de Cristo incluye la oración de fe, que no queda defraudada, “porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo” (Rom. 10:13).
El Señor no es ajeno a “nuestras tribulaciones, nuestros trabajos y nuestra opresión” (Dt. 26:7), sino que tiene misericordia de nosotros. Nos ha sacado de la esclavitud mediante las “señales y prodigios” del Santo Bautismo, “con mano fuerte y brazo extendido” (Dt. 26:8), y ahora nos guía por su Espíritu incluso en el desierto.

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