REFLEXIÓN DEL 5º DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA
7 de febrero de 2021
LECTURAS: Isaías 40: 21–31. 1º Corintios 9:
16–27. Marcos 1: 29–39
EL
HIJO DE DIOS, CRISTO JESÚS, NOS CONVIERTE EN UNA NUEVA CREACIÓN
El Señor solo "es el Dios eterno, el Creador de los confines de la tierra" (Is. 40:28). Él "se sienta sobre el círculo de la tierra" y "extiende los cielos como una cortina" (Is. 40:22). Sin embargo, Su poder omnipotente se demuestra principalmente por Su misericordia y compasión. “Él da fuerzas al cansado, y al que no tiene ningunas, aumenta las fuerzas” (Is. 40:29).
El
Hijo unigénito del Padre, el Verbo mismo por quien todas las cosas fueron
hechas, se hace carne y toma toda la pobreza y debilidad de nuestro pecado y
muerte sobre Sí mismo, llevándola en Su cuerpo a la cruz. Mientras muere por
nosotros allí, también nos resucita, una nueva creación, en Su resurrección de
entre los muertos.
Así, mediante la predicación de esta Palabra,
Él sana a “muchos que estaban enfermos de diversas dolencias” y echa fuera
“muchos demonios” (Marcos 1:34, 39). Y su predicación continúa a través de
aquellos a quienes ha enviado, a quienes “se ha confiado una mayordomía” para
“predicar el evangelio” (1 Cor. 9: 16-17). Por lo tanto, somos liberados por la
Palabra de Cristo y ejercemos nuestra libertad en el servicio amoroso a los
demás.
https://www.lcms.org/worship/lectionary-summaries
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