Domingo de Pascua. 4 de abril de 2021.
Lecturas: Éxodo 15: 1–11. 1º Corintios 5: 6b – 8. Juan 20: 1–18
El Señor Jesús resucitado es nuestra fuerza y nuestro cántico, porque se ha convertido en nuestra salvación
Venid, "cantemos al SEÑOR, porque ha triunfado gloriosamente" (Éxodo 15: 1). Por su cruz, ha destrozado al enemigo, aplastando el pecado y la muerte bajo sus pies; en Su resurrección, nos sacó de Egipto a la libertad del Evangelio. Él nos ha llamado de las tinieblas a la luz y nos ha sacado de la confusión, el miedo y el llanto al gozo y la alegría de Su resurrección. Él es nuestra fuerza y nuestro cántico, y se ha convertido en nuestra salvación (Éxodo 15: 2).
Así escuchamos y respondemos a Su voz del Evangelio, como Él nos llama a cada uno de nosotros por nuestro nombre. Entramos en Su tumba por nuestro Bautismo en Su muerte, y tan ciertamente como Él ha resucitado, así también nosotros “debemos resucitar de entre los muertos” (Juan 20: 9).
“Celebremos, pues, la fiesta” (1 Cor. 5: 8), no en el jolgorio de la complacencia propia o en el libertinaje de la lujuria, sino con fe sincera y amor genuino. Porque “Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado” (1 Cor. 5: 7). De ese modo nos liberó del pecado y de la muerte, y ahora nos alimenta consigo mismo para vida eterna.
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