8 de mayo de 2022)
Lecturas: Hechos 20:17–35. Apocalipsis 7:9–17. Juan 10:22–30
El buen pastor cuida de sus ovejas
Jesucristo, el Hijo de Dios, vino del Padre y se hizo carne entre nosotros para rescatarnos a nosotros, sus ovejas. Él dio Su vida por nosotros y la tomó de nuevo para darnos vida eterna. Por la predicación de Su Evangelio, Él llama a Sus ovejas y las guarda con Él para siempre. Mientras escuchan su voz y lo siguen, “no perecerán jamás” (Juan 10:28), porque “nadie los puede arrebatar de la mano del Padre” (Juan 10:29).
De la misma manera, los pastores fieles (literalmente, “pastores”) “cuidan de la iglesia de Dios, la cual él ganó con su propia sangre” (Hechos 20:28), “testificando tanto a judíos como a griegos del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 20:21).
Por eso, con toda la compañía del cielo, el Buen Pastor reúne a Su rebaño en adoración, mientras clama: “¡La salvación es de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!” (Apocalipsis 7:10).
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