9 de octubre de 2022
Lecturas: Rut 1:1–19a. 2 Timoteo 2:1–13. Lucas 17:11–19
La fe da gracias a Dios y lo adora en la persona de Cristo Jesús
Jesús viene en misericordia y, por Su Palabra, te sana en cuerpo y alma. “Id y mostraos a los sacerdotes”, porque estáis limpios (Lc 17,14) y tenéis acceso al templo del Señor. Es “a los pies de Jesús, dándole gracias” (Lc 17,16), que adoras a Dios, porque Cristo Jesús es tu gran Sumo Sacerdote; Su cuerpo es el verdadero templo. En Él, “encontráis descanso, cada una en casa de su marido” (Rut 1,9), porque el Señor “ha visitado a su pueblo y les ha dado alimento” (Rut 1,6).
La persona de Jesucristo se aloja a sí mismo en la comida sagrada: pan y vino para que los creyentes coman y beban. Tú te alojas donde se aloja Jesús; Su Padre es tu Dios, Su pueblo es tu pueblo. La muerte no puede separaros de Él porque Su muerte y resurrección son vuestras eternamente por el Santo Bautismo. “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos” (2 Timoteo 2:8).
Tan seguro como que la muerte no pudo detenerlo, así ciertamente “la palabra de Dios no está atada” (2 Timoteo 2:9). Su Evangelio está encomendado “a hombres fieles, que sean capaces de enseñar también a otros” (2 Tm 2, 2), para que “obtengas la salvación que es en Cristo Jesús” (2 Tm 2, 10). Tal es la confesión de fe de todos los santos, que creen, enseñan y confiesan al único Señor y Salvador: Jesucristo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario