22 de diciembre de 2024.
Lecturas: Miqueas 5:2–5a. Hebreos 10:5–10. Lucas 1:39–45 (46–56)
El Señor viene a visitarnos en paz.
El Cuarto Domingo de Adviento dirige nuestra atención hacia la natividad de nuestro Señor. Con María esperamos la venida de Cristo, su Hijo, concebido en su seno por el Espíritu de Dios. Así como el Señor fue bondadoso con ella e hizo grandes cosas por ella (Lucas 1:48-49), así también Él se manifiesta a nosotros y su gloria en misericordia y gentileza.
Él viene a gobernar a su pueblo en paz, a “pastorear su rebaño con la fuerza del Señor”. Él no viene de la gran ciudad capital de Roma o Jerusalén, sino de la pequeña y humilde Belén (Miqueas 5:2, 4). Él viene a sacrificarse, en cumplimiento de la voluntad de Su Padre, por la salvación y santificación de Su pueblo (Heb. 10:10).
Aquel que una vez visitó a Isabel mientras estaba escondido en el vientre de María (Lucas 1:39-45), ahora viene a visitarnos hoy, escondido en la humildad del simple agua, el pan y el vino.

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