14 de agosto de 2022
Lecturas: Jeremías 23:16–29. Hebreos 11:17–31 (32–40); 12:1–3. Lucas 12:49–53 (54–56)
El sufrimiento y la muerte de Cristo traen división
El Señor Jesús causa temor, temblor y división porque Su Palabra es “como fuego… y como martillo que quebranta la roca” (Jeremías 23:29). Su Ley nos hace morir a todos, mientras que sólo Su Evangelio puede darnos vida. Él ha cumplido esa Palabra para nosotros por Su cruz y en Su resurrección de entre los muertos.
Él sufre un bautismo tan angustioso, realizado por Su muerte, para abrirnos el camino a través de nuestro Santo Bautismo hacia Su cruz y resurrección.
Entonces, si somos capaces de “interpretar la apariencia de la tierra y del cielo” (Lc 12,56), marquemos esta señal de su cruz, reconociendo que este mundo está sujeto a muerte, pero sabiendo que Cristo Jesús también ha venció la muerte y obtuvo para nosotros la vida eterna. Fijemos nuestra mirada en “Jesús, el iniciador y consumador de nuestra fe”, y “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Heb. 12:1-2).
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