12 de febrero de 2023
Lecturas: Deuteronomio 30:15–20. 1 Corintios 3:1–9. Mateo 5:21–37
Cristo pone la vida delante de nosotros para que podamos andar en sus caminos
El Dios que se revela a Sí mismo en Su Hijo encarnado promete vida y bendición a todos los que obedezcan Sus mandamientos “amando a Jehová vuestro Dios, andando en sus caminos, y guardando sus mandamientos, sus estatutos y sus leyes” (Deut. 30: dieciséis). Sin embargo, somos “personas de la carne” e “niños en Cristo” (1 Cor. 3:1), entre los cuales “hay celos y contiendas” (1 Cor. 3:3).
Jesús debe instruirnos en contra de los caminos humanos de ira, adulterio, divorcio y falso testimonio (Mateo 5:21–37), porque todos los que viven en estos caminos “ciertamente perecerán” (Deuteronomio 30:18). En la cruz, Él murió para perdonar nuestros pecados y liberarnos de los caminos de maldición y muerte. Dado que Jesucristo es nuestra “vida y largura de días” (Dt. 30:20), podemos reconciliarnos con nuestro hermano, vivir en castidad y fidelidad conyugal, y hablar con honestidad.
El que sirve desde Su cruz también ofrece Su don de reconciliación en Su altar, y podemos estar en paz con nuestros hermanos y hermanas en Cristo que son “labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Cor. 3:9).
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