7 de enero de 2024.
Lecturas: Génesis 1:1–5. Romanos 6:1–11. Marcos 1:4–11
En el Santo Bautismo, el Dios Trino se revela y nos recrea a su imagen
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). Luego, mientras “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gén. 1:2), Dios habló Su Palabra: “'Sea la luz', y fue la luz” (Gén. 1:3).
De la misma manera, “el comienzo del evangelio de Jesucristo” (Marcos 1:1) produce la nueva creación a través de las aguas del Bautismo por la misma Palabra y Espíritu de Dios. Cuando vino Juan el Bautista, “proclamando un bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados”, Jesús también vino “y fue bautizado por Juan en el Jordán” (Marcos 1:4, 9).
Aunque no tenía pecados propios, se puso del lado de los pecadores en Su bautismo y tomó sobre sí los pecados y la mortalidad del mundo. Fue bautizado en Su propia muerte, por la cual se abren los cielos y se nos da el Espíritu. Dios Padre se complace en su amado Hijo y lo resucita de entre los muertos. Al compartir Su bautismo y estar “unidos a él en una muerte como la suya” (Ro. 6:5), también compartimos Su resurrección para “nueva vida” (Ro. 6:4).
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