8 de agosto de 2
Lecturas: 1 Reyes 19: 1–8. Efesios 4: 17–5: 2. Juan 6: 35–51
El Señor Jesús nos alimenta con su carne para fortalecernos con su propia vida
Dios el Padre envió a su Hijo al mundo para que el mundo tuviera vida en él. Ahora Él te "atrae" a Su Hijo, Cristo Jesús, por la predicación de Su Evangelio. "Todo el que ha oído y aprendido del Padre" viene a Jesús, quien nunca lo echará fuera, sino que "lo resucitará en el último día" (Juan 6: 44–45).
Él es "el pan de vida", que "desciende del cielo" en la carne, para que comas de Él y "vivas para siempre" (Juan 6: 48–51). Aunque "el viaje es demasiado grande para ti", con la fuerza de este alimento llegarás al "monte de Dios". No temas ni desesperes, sino “levántate y come” (1 Reyes 19: 5-8). Y “ya no andes como los gentiles, en la vanidad de su mente” (Efesios 4:17), sino “camina en amor, como Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros” (Efesios 5: 2).
En Él, has sido “creado a semejanza de Dios en verdadera justicia y santidad” (Efesios 4:24). Por tanto, “sed imitadores de Dios, como hijos amados” (Efesios 5: 1), “perdonándonos unos a otros, como Dios en Cristo los perdonó a vosotros” (Efesios 4:32).
https://www.lcms.org/worship/lectionary-summaries
No hay comentarios.:
Publicar un comentario