5 de noviembre de 2023
Lecturas: Miqueas 3:5–12. 1 Tesalonicenses 4:1–12. Mateo 23:1–12
En fe y amor, Cristo ha cumplido la ley y ha quitado nuestras pesadas cargas
Los profetas desvían al pueblo cuando no hablan “con justicia y poder, para declarar a Jacob su transgresión y a Israel su pecado” (Miqueas 3:8), sino según sus propios caprichos, para agradar al pueblo y satisfacer sus propios deseos. Con tal abuso de su cargo, acarrean desastres sobre el pueblo, de modo que “Sión será arada como un campo; Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas” (Miqueas 3:12), y “no habrá respuesta de Dios” (Miqueas 3:7).
Dios no llama a su pueblo a seguir los deseos de su carne caída, “como los gentiles que no conocen a Dios”, sino a vivir “en santidad” y “amarse unos a otros” (1 Tes. 4:5, 7). 9). En la humildad de la fe ante Dios, los maestros de la Ley deben ser escuchados y obedecidos, porque “se sientan en la silla de Moisés” (Mateo 23:2).
Sin embargo, "tenéis un instructor, el Cristo" (Mat. 23:10), que se ha humillado para "ser vuestro siervo" (Mat. 23:11), incluso hasta la muerte, y que ha sido exaltado en su resurrección. Él ha cumplido la Ley, ha quitado tus pesadas cargas y te ha levantado como hijo de Dios.
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