Lecturas: 1 Reyes 3: 4-15. Salmo 119: 97-104. Ef. 1: 3-14. Lucas 2: 40-52.
El Señor Jesús “crecía y se fortalecía” (Lucas 2:40); Él “aumentó en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lucas 2:52). A medida que Su cuerpo crecía y se desarrollaba, Su mente también aumentaba en conocimiento y comprensión.
Porque como nuestro hermano en la carne, para que tengamos “redención por su sangre” (Efesios 1: 7), Él vivió por fe en la Palabra de Su Padre. Así, fue catequizado por sus padres, quienes lo llevaron “a Jerusalén todos los años en la fiesta de la Pascua” (Lc 2, 41); y cuando fue mayor de edad, prestó atención a las Sagradas Escrituras en la casa de su Padre (Lucas 2:46, 49).
Cristo Jesús todavía se encuentra en Su Iglesia, en “la palabra de verdad, el evangelio”, por el cual somos adoptados por Su Padre y sellados con Su Espíritu (Efesios 1: 5, 13). Así ganamos "una mente comprensiva" para seguir nuestras vocaciones, discerniendo "entre el bien y el mal" (1 Reyes 3: 9).
Y así también subimos a Jerusalén, para estar “delante del arca del pacto del Señor” (1 Reyes 3:15), es decir, en la Sagrada Comunión de Su cuerpo y sangre.
https://www.lcms.org/worship/lectionary-summaries
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